Secretos de un soltero by Janice Maynard

Secretos de un soltero by Janice Maynard

autor:Janice Maynard
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2021-07-22T19:12:00+00:00


Capítulo Ocho

Zachary se estremeció cuando el médico le colocó el pie en la mesa.

–¿Cree que está roto?

El médico retrocedió y se dispuso a hacerle una radiografía.

–No se mueva.

–No se preocupe, no lo haré –creía que le dolía menos, pero se dio cuenta de su equivocación en cuanto se lo tocaron y movieron.

El médico volvió y le colocó de nuevo el pie.

–Casi hemos terminado.

Tras hacerle una segunda radiografía, le dijo:

–Vuelva a la consulta. Es la segunda puerta a la derecha.

Zachary agarró las muletas y salió. Sus dos hermanos lo esperaban en la consulta. Farrell había decidido acudir para darle apoyo moral.

Ambos sonrieron cuando Zachary abrió la puerta torpemente y entró.

–Ese tipo es un sádico.

Quin apartó la pierna antes de que Zachary se la golpeara con una muleta.

–Pues, mientras me trató, me pareció amable y servicial.

Farrell se echó a reír.

–Puede que fuera porque venías a horas de consulta.

–Podía haber esperado hasta mañana –se quejó Zachary–. No te pedí que utilizaras tus enchufes.

El médico entró.

–He subido las imágenes –encendió una gran pantalla de televisión que colgaba de la pared y se dirigió al ordenador que había en el escritorio–. Echen un vistazo.

A pesar de su buen cociente intelectual, Zachary no entendió lo que veía. Quin tenía más experiencia que su hermano en ese aspecto.

El médico sonrió.

–Lo bueno es que no hay nada roto –señaló una zona de la imagen–. Eso podría ser una pequeña fractura, pero también una vieja herida. En cualquier caso, quiero que no apoye el pie durante una semana para que baje la hinchazón. Vuelva a verme dentro de una semana, a partir de mañana. Ya le diré entonces qué debe hacer.

–Pero puedo seguir usando las muletas.

–No, tiene que estar en posición horizontal y con el pie en alto.

Zachary rogó a sus hermanos con la mirada que intervinieran.

–Frannie empieza a trabajar mañana. Debería estar con ella por si necesita ayuda –lo que verdaderamente quería era solucionar las cosas con ella, retomarlas donde las habían dejado en su casa de la costa norte.

¿Por qué no había querido ir a cenar con él? ¿No notaba la atracción que había entre ellos? Pero tal vez no quisiera ser una más para él. La idea lo hirió en su orgullo y lo avergonzó.

Frannie lo esperaba todo de un hombre, de él. Y, a cambio, ella se le entregaría por completo.

Era una intimidad que él no deseaba ni entendía.

Farrell frunció el ceño.

–Frances trabaja sola. Además, Quin y yo la ayudaremos, si lo necesita. No hace falta que la estés controlando. Haz lo que te dice el médico, hermanito.



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